Bebamos de nuestros cuerpos, quitemos la sed de sabiduría.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Te vi caminando por la calle principal. Llevabas unos pantalones negros y un jersey azul, de esos que me gustaban mucho. De repente todo se segó, y me quedé paralizada mirándote. la gente a mi alrededor llamaba mi nombre una y otra vez pero yo no reaccionaba...
 Esa noche no podré olvidarla. Fui por primera vez a tu casa. Las luces estaban apagadas y tropecé contra un sillón, lo que me hizo caer en él. Vos no eras tonto, y caíste conmigo. De repente nuestros ojos se encontraron. Mis ojos verdes miel, y tus ojos color marfil. Nos quedamos unos minutos mirando nuestros rostros pálidos. No sabía como reaccionar y te di un beso en la mejilla. Pero tu eras más rápido y me robaste un beso. Sólo eso. Me encanto tanto que sin dudarlo volví a darle uno, pero más dulce. Un beso lento y apasionado. nos besamos por horas. No paraba de acariciar su cuerpo, lentamente mi mano pasaba desde su hermoso rostro hasta sus pies, pasando por cada lado de su piel. Luego entrelazaba mis dedos con su cabello. Lentamente se durmió sobre mi regazo. Pero antes de amanecer me fui. diciéndole adiós al amor encontrado. Pero no el último adiós, sino el primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario