Bebamos de nuestros cuerpos, quitemos la sed de sabiduría.

sábado, 2 de julio de 2011

La vi allí junto a la fuente. Su cuerpo desnudo reflejaba su mirada aun más que siempre. Pude tocarle sus senos tibios y me alerté por sus movimientos que producía al sentir mis manos frías.
  Su delgada figura y blanca cara, me hacía sentir que no era de las chicas que le importaba mucho su cuerpo, pero su fresca mente me alentaba a estar con ella.
  Nos metimos al lago frío, pero no nos importaba ningún motivo para estar separadas. Nuestros rojos labios palpaban al otro. Podía sentir el miedo de su primera vez.
  Yo le advertí que no tema, que esa era la última tarde y habría que disfrutarla.
   Nos acostamos en la hierba y nuestros cuerpo calientes se rosaron por horas para jamás volver a tocarse. Esa noche hicimos el amor tan fuertemente que nunca volví a verla; nunca volví a escuchar su nombre en mi mente, pero si fue un hermoso recuerdo que quedó en mi para siempre.
  Era tan inocente, pero su cara marcaba una parte de travesura. Es lo único que recuerdo, por que su rostro se desvaneció con su cuerpo en el olvido... En el pasado...

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