Descubrí que había ardillas en mi placar,
así que fui a jugar a las escondidas a otro lugar,
cuando encontré mi escondite perfecto,
me ganó su intelecto.
ya no quise jugar más,
me senté sola en el porche de atrás
Pero él vino y me abrazo y me dijo:
No seas tonta, tu siempre ganarás,
en la mente, aunque en el juego perderás.
y asi mi corazón volvió, y otro abrazo le dio.
Jugando a las escondidas...
de recuerdos absurdos que nadie sabrá.
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