Bebamos de nuestros cuerpos, quitemos la sed de sabiduría.

sábado, 8 de enero de 2011

La hoja se desprende del árbol de frutos rojos, vuela y cae lentamente en el suelo, como la caricia de mi madre en primavera. Una dulce ráfaga de viento la empuja con las demás, aunque ella se cree única, otra capa de aire más la devuelve hacia un colchón de niños que intentan agarrarla con otras más. Pero no pueden, la temperatura y la presión lo impiden. Sigue su rumbo y viaja por un campo, comienza a llover, se llena de agua y cae, pero esta vez esta sola. Sola en medio de ese hermoso paisaje. Pero así, sola, como ella quería, única en ese mundo. Pero aburrida, solitaria, sin nadie que la anime. Para de llover, pasan horas, su coraza se seca, sale el sol. Su delgado cuerpo empieza a volar otra vez. y esta vez quiere volver con las demás, no quiere ser la única. quiere sólo ser especial.

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